domingo, 13 de junio de 2010

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COMPETENCIA COMUNICATIVA. CONCEPTOS BÁSICOS
La competencia comunicativa oral
LOMAS, C. (1999). Cómo enseñar a hacer cosas con palabras. Teoría y práctica de la educación lingüística. Barcelona, España. Paidós. Vol 1. Págs. 159-271 a 274

Saber hablar es una destreza esencial en la vida de las personas y su aprendizaje exige un uso constante, dentro y fuera de las aulas. La adquisición de la competencia oral de los alumnos y de las alumnas es un proceso lento y gradual en el que no sólo interviene el profesorado de lengua sino también el profesorado de las diferentes áreas y materias y una serie de factores sociales (como el origen sociocultural de los hablantes y los contextos de uso lingüístico en que intervienen habitualmente) que a la postre condicionan el desigual acceso de las personas a determinados registros, sociolectos, estilos y habilidades lingüísticas.
Para Canale (1983), la comunicación oral es una forma de (inter)acción social. Es en la interacción oral donde las personas aprenden a comunicarse y a desarrollar sus capacidades comunicativas. Por ser en gran medida una forma de comunicación espontánea y porque quienes intervienen en el intercambio oral dependen unos de otros, en el habla se improvisa y se crea sobre la marcha tanto la forma que adquieren los mensajes como su contenido. En cualquier caso, el habla -según Canale- se produce siempre en forma de discurso -es decir, de uso lingüístico contextualizado- y en un contexto sociocultural y cognitivo que condiciona tanto la producción de los enunciados orales como la interpretación de los mensajes. Por otra parte, en el uso oral intervienen una serie de condiciones psicológicas que influyen en la emisión y en la recepción de los enunciados (distracciones, bloqueos de memoria, fatiga... ). Finalmente, el intercambio oral tiene un objetivo concreto (informar, persuadir, establecer contacto, entretenerse...) y es eficaz si se obtienen los objetivos perseguidos en la interacción comunicativa. En última instancia, como escribe Canale (1983 [1995, pág. 65]): «La comunicación es entendida como el intercambio y la negociación de información entre al menos dos individuos por medio del uso de símbolos verbales y de procesos de producción y comprensión».
Como señalan diversos autores (entre otros, Canale y Swain, 1980; Canale, 1983; Hymes, 1984), la competencia comunicativa de un hablante incluye diversos conocimientos y habilidades de diversa naturaleza y está formada por cuatro componentes: lingüístico o gramatical, sociolingüístico, discursivo y estratégico. El componente gramatical se ocupa del conocimiento del código lingüístico en sus aspectos fonológico, morfosintáctico y léxicosemántico. El componente sociolingüístico incluye el conocimiento de las variables socioculturales que condicionan los intercambios comunicativos (estatus de los hablantes, intenciones de unos y otros en la interacción, normas de uso en cada contexto de comunicación...). El componente discursivo integra aquellos conocimientos y habilidades que son necesarios para la enunciación coherente de mensajes. Finalmente, el componente estratégico alude a los conocimientos y a las habilidades que se requieren para evitar las dificultades comunicativas (desde un deficiente conocimiento del código hasta el cansancio, los malentendidos o un lapsus de memoria).
Josep María Cots (1995) analiza de la siguiente manera las señas de identidad de una competencia comunicativa oral que integre tanto el conocimiento de las reglas del código lingüístico como el dominio de las estrategias comunicativas que los hablantes despliegan como respuesta a una serie de requisitos comunicativos impuestos por las características del contexto sociocultural, discursivo y estratégico:
El desarrollo de la competencia comunicativa no puede entenderse simplemente como la adquisición de un conjunto de reglas que relacionan de forma unívoca formas con significados o funciones específicas. Se trata, más bien, de concebir el uso como las respuestas del hablante a una serie de requisitos comunicativos. Desde este punto de vista, el componente gramatical de la competencia comunicativa tendría un carácter instrumental como medio eficaz de satisfacer los requisitos anteriormente mencionados.

En el componente sociolingüístico podemos mencionar cuatro tipos de factores básicos que los hablantes deben tener en cuenta al participar en un acto de comunicación:

1. Relaciones de poder entre los hablantes.
2. Distancia social o grado de intimidad.
3. Grado de imposición que una acción supone para un individuo.
4. Presentación de uno mismo o imagen pública que proyecta. Ante estos factores, el hablante deberá optar por desplegar unas u otras estrategias según sea la definición que haga de ellos. Así, por ejemplo, si define la distancia social como pequeña, utilizará el pronombre «tú» en lugar de «usted». Por otro lado, si el sujeto define la distancia social como grande pero desea reducirla, puede utilizar, entre otras, estrategias como la de solicitar permiso para tutearse (por ejemplo: “¿Te importa si nos tuteamos)” o la de suministrar información personal para intentar crear de esta forma un clima de confianza e intimidad.

El componente discursivo se relaciona básicamente con la presentación y distribución de la información. En este caso, también podemos mencionar cuatro factores que condicionan la actuación comunicativa:

1. La gestión temática (coherencia y desarrollo temático).
2. La reciprocidad comunicativa entre emisor y receptor.
3. La organización de la información en unidades.
4. La gestión del objetivo o finalidad de la comunicación.
Si tomamos, por ejemplo, la reciprocidad comunicativa, podemos encontrar el caso de un hablante que considere que, en una situación determinada, el grado de reciprocidad es insuficiente. En esta circunstancia puede adoptar una serie de estrategias que o le permitan o bien ceder su turno a otro participante (en el caso de que sea él la persona que está hablando) o tomar el turno (si es otra la persona quien está hablando).
Por último, y en lo que concierne al componente estratégico de la competencia comunicativa, existen dos factores comunicativos principales.
1. El peligro de colapso comunicativo (ya sea por problemas en la transferencia de información o por falta de actividad, es decir, la aparición de silencio).
2. La eficiencia y efectividad de los medios verbales convencionales de que disponemos.
En el primer caso, los hablantes disponen de estrategias verbales, por ejemplo, para “reparar” una información errónea o inexacta (“mejor dicho...”, “perdón...”) o evitar la mención de un referente cuya denominación exacta se desconoce o no se recuerda ( ”esa cosa”, “alguien”, “etcétera” ). Un ejemplo de estrategia destinada a aumentar la eficiencia y efectividad de un mensaje podría ser la utilización de expresiones metafóricas (“estoy muerto” en lugar de “estoy cansado” ) o la repetición de ciertas partículas (“estoy muy muy muy bien” ).
Un aspecto muy importante de este enfoque es que tanto los requisitos comunicativos como las estrategias que los hablantes despliegan para satisfacerlos no constituyen una lista cerrada de posibilidades, ya que el usuario/analista, a tenor de su particular experiencia comunicativa y sociocultural, puede dar preferencia a otros requisitos distintos en su actuación comunicativa. Precisamente, una de las premisas del modelo propuesto es que sea lo suficientemente flexible para ser ampliado y/o modificado según el tipo de discurso y según la interpretación del usuario/analista. El modelo no pretende construir una teoría sobre el funcionamiento del lenguaje; se trata, más bien, de proponer pautas para la incorporación y explicación del discurso hablado real.
(Josep María Cots, «El desarrollo de la competencia comunicativa oral», en Textos de Didáctica de la Lengua y la Literatura, n° 3, Barcelona, Graó, págs. 20 y 21, 1995.)
La competencia comunicativa y sus partes 1
La competencia comunicativa es un conjunto de saberes, estrategias y habilidades que hacen posible un uso adecuado, correcto, eficaz y coherente de la lengua en las diversas situaciones y contextos del intercambio comunicativo entre las personas. Integra una serie de conocimientos no sólo lingüísticos sino también estratégicos, sociolingüísticos y textuales sin cuyo dominio no es posible un uso competente de la lengua en nuestras sociedades.
La competencia comunicativa está integrada por las siguientes (sub)competencias (Canale y Swain, 1980; Canale, 1983; Hymes, 1984):
a) una competencia lingüística, entendida a la vez como capacidad innata para hablar una lengua y como conocimiento de la gramática de esa lengua;
b) una competencia socioÍingüística, referida al conocimiento de las normas socioculturales que regulan un comportamiento comunicativo adecuado en los diferentes ámbitos del uso lingüístico;
c) una competencia discursiva o textual, relativa a los conocimientos y habilidades que se precisan para comprender y producir diferentes tipos de discursos con arreglo a los principios de cohesión y coherencia,-
d) y una competencia estratégica, que se refiere al dominio de los recursos que podemos utilizar para resolver los diversos problemas que se pueden producir en el intercambio comunicativo.
Cabría añadir a esta división en subcompetencias de la competencia comunicativa, efectuada hace ya algunos años en el ámbito de la didáctica de las lenguas, otras subcompetencias como la competencia literaria (entendida como la adquisición de los conocimientos, habilidades y actitudes que hacen posible el uso y disfrute de los textos de naturaleza literaria) y la competencia semiológica (entendida como la adquisición de los conocimientos, habilidades y actitudes que hacen posible una interpretación crítica de los usos y formas iconoverbales de los mensajes de los medios de comunicación de masas y de la publicidad).
1. Sobre este asunto son de obligada referencia los ya clásicos trabajos de Canale y Swain (1980), Canale (1983) y Hymes (1984). Sobre la competencia literaria, véase Colomer (1995). En cuanto a la competencia semiológica, véase Lomas (1997b y 1998a).
COMPETENCIA COMUNICATIVA.

En toda práctica comunicativa participan sujetos lingüísticos que se construyen en y por el lenguaje. Esta práctica comunicativa se produce a partir del sistema de la lengua en los procesos de comprensión y producción de textos orales y escritos. De aquí, que uno de los objetivos primordiales de la enseñanza sea desarrollar la competencia comunicativa de los alumnos hablantes y oyentes de una lengua.
La competencia comunicativa es una competencia muchísimo más amplia y abarcadora de lo que es la competencia lingüística. La competencia comunicativa es aquello que un hablante necesita saber para comunicarse de manera eficaz en contextos culturalmente significantes. Se refiere a la habilidad para actuar lingüísticamente en situaciones particulares, es decir que el hablante sea capaz de saber cuándo hablar y cuándo no, y de qué hablar, con quién, cuándo, dónde y de qué manera. En suma un hablante competente llega a ser capaz de realizar un repertorio de actos de habla, de tomar parte en los eventos comunicativos y de evaluar las realizaciones de los otros. Esta competencia va de la mano de las actitudes, valores y motivaciones que conciernen al lenguaje, a sus rasgos y usos, así como de la competencia y las actitudes con respecto a la interrelación del lenguaje con los otros códigos de conducta comunicativa (Hymes, 1972).
La competencia lingüística es d sistema de reglas interiorizado por los hablantes y que constituye su saber lingüístico, gracias al cual son capaces de pronunciar o de comprender un número infinito de oraciones inéditas. Esta competencia permite comprender y producir frases gramaticales y descartar aquellas que no lo son.
Asimismo los hablantes/oyentes disponen de una competencia discursiva que permite distinguir diferentes configuraciones discursivas a partir de los ámbitos de uso (se puede hablar de textos personales, académicos, profesionales) y también distinguir y producir determinadas tipologías o estructuras discursivas, como los discursos dialógicos, los discursos monológicos (y dentro de ellos los narrativos, los argumentativos, etc.)
Y por último, existe una competencia pragmática es aquella que posibilita descubrir intenciones comunicativas, reconocer implícitos, ironías, malentendidos.
Todos estos saberes, estas competencias, tienen que ver con la posibilidad de comunicar es decir, de intercambiar significados mediante el uso del sistema de la lengua.
Adaptado de: AVENDAÑO, F. Los C.B.C de Lengua y las sistematizaciones formales. Novedades educativas. Bs. As. Nº 64.